
Del mar a tu casa
Un sabor inimitable procedente de un lugar único:
las costas gallegas.

El valor de la tradición
Todo empieza en las manos y el trabajo de los pescadores gallegos.

Compartir la excelencia
Queremos poner en valor en todo el mundo nuestros productos. Porque la calidad no debería entender de fronteras.
Las conservas en Galicia: el valor de la tradición
El mar gallego es único en su exuberante riqueza: reúne abundancia y calidad. Es natural que la industria conservera se asentase en Galicia hace casi doscientos años.Más que un negocio, preservar el delicioso producto procedente de las aguas gallegas era una necesidad. Pero para hablar del auténtico origen de este sistema de conservación tenemos que viajar en el espacio y en el tiempo… y hablar de Napoleón Bonaparte. Sí, Napoleón, el célebre emperador francés.
Entre finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, Napoleón emprendió un sinfín de campañas militares.Sus tropas eran numerosas y se movían por todo tipo de territorios, expuestas a las más diversas condiciones climatológicas. Y por supuesto, necesitaban comer bien para mantenerse fuertes. Así que Bonaparte decidió estimular el talento científico. Anunció una recompensa de 12.000 francos para quien idease la mejor manera de conservar alimentos en perfecto estado.
A un ingenioso cocinero llamado Nicolas Appert se le ocurrió esterilizar en agua hirviendo un frasco de cristal sellado con corcho. Los resultados fueron magníficos. Su propuesta no sólo obtuvo el premio, sino que inauguró un nuevo camino. Siguiendo sus pasos, el inglés Peter Durand patentó en 1810 un sistema de conservación en cajas de hojalata soldadas. La ruta hacia los procedimientos modernos estaba trazada y la evolución era ya imparable. Durante la segunda mitad del siglo XIX la industria conservera del pescado consolidó una sólida posición en el continente europeo.
En España hay una figura clave en el proceso: los fomentadores. Eran empresarios catalanes que se habían instalado en las costas gallegas para explotar la sardina, huyendo de la escasez mediterránea a mediados del XVIII. Sus talleres trabajaban fundamentalmente con técnicas de salazón. Sin embargo, hacia 1880 surgió una magnífica oportunidad de mercado: la sardina desapareció de los mares franceses. El país vecino aseguraba una potente demanda del producto y además brindaba capital y conocimiento técnico. Los sistemas de conserva hermética irrumpieron en Galicia a través de los acuerdos comerciales suscritos con Francia.
El sector experimentó un espectacular auge que avivó el interés del empresariado local. Muchas familias gallegas fundaron compañías propias para competir con catalanes y franceses. Algunas de ellas continúan activas, con marcas que ofrecen productos de máxima calidad avalados por el prestigio de una tradición centenaria. En la actualidad, la industria conservera de Galicia es líder indiscutible en el mercado nacional e internacional. Los tiempos han cambiado: no hay secretos técnicos como antaño. Lo que de verdad marca la diferencia es el sabor natural. Y el gallego es único en el mundo.

El proceso de conservación: el valor de lo natural
Sin conservantes. Sin química. Sin nada que te arrebate el sabor 100% natural de los pescados y mariscos. Los métodos utilizados en la industria conservera gallega son una sólida garantía de calidad y fiabilidad.
Nuestras conservas son capaces de complacer a los consumidores más exigentes. A diferencia de otros alimentos envasados, en las conservas no hay trucos o artificios para engañar paladares. No son necesarios. Basta con proteger las extraordinarias cualidades del producto extraído de aguas gallegas.
El proceso es riguroso de principio a fin, bajo estrictos criterios de higiene y seguridad. El pescado fresco llega refrigerado a las plantas conserveras, donde también es resguardado en cámaras de refrigeración. Un equipo de expertos evalúa en profundidad las condiciones del producto recibido, asegurándose de que su estado es óptimo para el consumo.
Sólo los pescados y mariscos de máxima calidad continúan adelante en el proceso. Esterilizando los alimentos a temperaturas superiores a 100ºC garantizamos que los productos se mantengan inalterados en su lata durante largos periodos de tiempo. Cualquier germen potencialmente dañino queda destruido. Y todo esto sin afectar a la calidad nutritiva ni al sabor original del producto que llega a tu mesa.
El seguimiento no termina cuando se cierra el envase. También después del enlatado se llevan a cabo controles de calidad, tanto desde dentro de la propia empresa como desde certificadoras externas. Es difícil encontrar en el mercado un producto sometido a tantos exámenes, sin que ese conjunto de garantías suponga renunciar a propiedades naturales.

Recuerdos de sabores: en Galicia y en el mundo
Si pudiésemos asomarnos a las despensas de un centenar de familias españolas, en más de noventa encontraríamos latas de conservas. ¿Cómo podría ser de otro modo? Un producto natural, delicioso, fácil de almacenar y con fechas de caducidad que conceden un amplio margen para su consumo. Avales de sobra para convertirse en un imprescindible.
Cerrando los ojos para hacer memoria regresan a mi boca un montón de sabores. Las recetas de mi madre y mi abuela, que con un par de latas y diez minutos podían preparar maravillas dignas de cocineros reputados. Las incursiones a hurtadillas en el armario de la cocina, buscando unos mejillones con los que matar el hambre a media tarde. Y por supuesto, las cenas de estudiante, calmando el gusanillo con unas ricas conservas después de tomar unas copas con mis amigos.
Dicen que no hay nada más importante que aquello que sólo echamos de menos cuando desaparece por completo. Como el aire, como el agua, como las grandes amistades. Ya adulto, me he encontrado a mí mismo buscando latas de conservas en tiendas y supermercados de multitud de países, en aquellos destinos a los que la vida me ha llevado. Y me ha sorprendido descubrir que, a pesar de la merecida fama de la gastronomía española en el mundo, las conservas continúan siendo inexplicables desconocidas en numerosos puntos del mapa.
Por eso estoy aquí. Por aquellos recuerdos de sabores. Porque quiero que otros prueben sabores que son para mí auténticos tesoros. Porque conozco este excelente producto, conozco a los proveedores que aseguran su calidad; y estoy convencido de que quien lo conoce, no puede hacer más que acostumbrarse a vivir con él.
¿Por qué?
- Por su sabor. Nuestras conservas de pescado y mariscos ofrecen una amplia variedad de ideas y sabores para tu despensa y tu cocina.
- Por tu salud. Nuestras conservas aportan todas las cualidades nutritivas de los mejores productos del mar.
- Porque son naturales. Nuestros productos no tienen conservantes.
- Por su mínimo impacto ecológico. Las conservas no necesitan frío, por lo que no requieren energía para preservarlas en óptimas condiciones. Además, nuestros envases son 100% reciclables.